El desamparo y la pesadilla

“La triste verdad es que la auténtica vida del hombre consiste en un complejo de oposiciones inexorables: día y noche, nacimiento y muerte, felicidad y desgracia, bueno y malo. Ni siquiera estamos seguros que uno prevalecerá sobre el otro, de que el bien vencerá al mal o la alegría derrotará a la tristeza. La vida es un campo de batalla. Siempre lo fue y siempre lo será, y si no fuera así, la existencia llegaría a su fin”

«El hombre y sus símbolos»  Carl Jung

Y el sueño, a veces, se torna en pesadilla.

La época del desamparo podría titularse : “El mal sueño”  Desamparo como la imposibilidad de conseguir esos sueños, como la negación individual y colectiva de estos. Desamparo de los muchos que lo enseñan, sensaciones que han aparecido ahora que eran absolutamente desconocidas. La inercia tapa y reconforta, y en ella las expectativas de cada cual, y más aún del ente social. Ahora bien, el desamparo como realidad , que ya no sólo como concepto, ha existido siempre y ha sido tapado (y no bien aireado) por muchos. Ahora lo vemos en una patera en Ceuta, pero también en un desahucio en Lavapiés. No obstante, lo uno y lo otro siempre ha estado ahí , y de manera insidiosa nuestra mente ha ido encajando estas piezas para crear un puzzle que no se rompa al primer golpe. Esto (a nivel individual, el social ya es otro tema) es un proceso llamado “distorsión de la realidad”  Trata de reformular todo aquello que no encaja para que, finalmente, nos deje vivir tranquilos. Con tal de conseguir este objetivo, nuestra mente genera una serie de espacios irreales, de realidades deformadas, interpretaciones inadecuadas, para encajar esa información y no tener que (re)editarla. Este proceso se inicia porque la información que no encaja genera en nosotros una emoción desagradable, que a su vez es producto y resultado de lo de lo que se denomina «disonancia cognitiva» (L. Festinger), aunque eso ya es otra historia. El hedonismo y la supervivencia nos lleva a desterrar este malestar y crear un espacio paralelo, una vía de escape. El problema existe cuando es la propia distorsión la que se vuelve en nuestra contra, cuando normalizamos una situación de desamparo,  y ésta decide darse la vuelta y plantarnos cara.  Miren a su alrededor a ver si algo de esto les suena.

Ahora el desamparo se huele, nos cuenta la misma pesadilla una y otra vez , sin parar, para crear otra inercia, una en la que sólo hay culpa y resignación. La inmovilización como leitmotiv del resto del sueño…

Para leer más sobre el proceso de disonancia cognitiva, aquí

desamparar

(De des- y amparar).

1. tr. Abandonar, dejar sin amparo ni favor a alguien o algo que lo pide o necesita.

2. tr. Ausentarse, abandonar un lugar o sitio.

hedonismo

(Del gr. ἡδονή, placer, e -ismo).

1. m. Doctrina que proclama el placer como fin supremo de la vida

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